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martes, 9 de diciembre de 2008

El Genocidio Cultural

El explosivo desarrollo inmobiliario arrasó con la mayoría de los ancestrales barrios de Beijing: los Hutong. Sobrepoblados y miserables, estos hacinamientos eran el alma de la ciudad, pues conservaban su memoria milenaria. Tentados por las ofertas de compañías deseosas de construír imponentes edificios, muchos de sus habitantes decidieron vender sus propiedades; los que se resistieron terminaron por ser desalojados mediante la fuerza. Algo similar ocurre en las aldeas que rodean a la ciudad, pues la expansión urbana no reconoce raíces, tradiciones ni derechos ciudadanos.

Los Hutong se remontan al siglo XV y sólo existen en Beijing. Son callejuelas estrechas y tortuosas bordadas por siheyuan: casas tradicionales de planta baja organizadas alrededor de un patio cuadrado que antaño era adornado con flores y árboles. Cuatro generaciones de la familia solían vivir en los siheyuan, cuyo tamaño dependía de la situación social de sus habitantes.



A mediados del siglo XX, 6 mil Hutong albergaban a la mitad de la población capitalina.
En ellos convivían personas acomodadas, modestas y de escasos recursos. Eran barrios bulliciosos y efervescentes. Desbordaban vida. Fueron una fuente inagotable de inspiración para numerosos escritores y, sobre todo, para el gran novelista Lao She. Los Hutongs eran el alma de Beijing.

El cambio radical ocurrió durante la Revolución Cultural que convirtió a los siheyuan en viviendas comunitarias. Sus antiguos dueños fueron condenados a vivir en una sola pieza mientras varias familias se amontonaron en las demás habitaciones.

Con el paso del tiempo se añadieron construcciones destartaladas en los patios para albergar a más personas. No había escusados no cuartos para bañarse en los siheyuan. Cada mañana sus habitantes hacían cola en la puerta de los sanitarios públicos. Sufrían en invierno, cuando la temperatura alcanzaba los 10 hasta 20 grados centígrados bajo cero.
Hoy todavía perdura esa situación en algunos de los hutong que escaparon al boom inmobiliario de finales de los ochenta.

Esto fué trágico para "el alma de Beijing". Barrios enteros fueron arrasados y de inmediato reemplazados por altos edificios de condominios o por obras de prestigio, como el Gran Teatro Nacional que luce detrás de la Plaza de Tiananmen. En 2003 sólo quedaban mil 500 Hutong. Actualmente, según sus defensores, sobreviven entre 200 y 300.

Un filme muy interesante de ver y que retrata la situación de destrucción de los barrios tradicionales y con ello de los sitios de reunión familiar, de convivencia vecinal, de esparcimiento colectivo, es "El Baño", no la deje de ver, se conmoverá profundamente.


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