Fue un oficial que resaltó la importancia de la moralidad y el buen comportamiento
Por Zhi Zhen – La Gran Época
Lu Gong fue un oficial virtuoso quien resaltó la importancia de la moralidad y el buen comportamiento. La gente lo amaba porque el rigió con rectitud y benevolencia. Historias de su virtud cambiando los corazones de la gente han pasado de generación en generación. Aún hoy sus historias nos hablan de la bondad de la gente y de su benevolencia.
Lu Gong vivió en la Dinastía Oriental Han (25-220 d.C.). De muy pequeño estudió los Cinco Clásicos y la poesía Lu. Siendo muy pobre fue reconocido por su conocimiento. Hasta el gobernador lo apreciaba y le mandaba granos todos los años pero Lu Gong nunca los aceptaba. A pesar de ser muy jóven, el gobernador quiso darle una posición oficial, pero Lu la rechazó.
Cuando Lu Gong creció, se convirtió en gobernador del condado de Zhong Mou. Durante su mandato ganó la admiración de su gente por su gran virtud y moralidad. Su virtuoso carácter cambió el corazón de la gente para bien, sin usar el castigo, la gente era honesta y vivieron pacíficamente.
Una vez un hombre se quejó de que alguien llamado Ting Chang había pedido prestada su vaca y después se rehusó a devolverla. Por lo que se llamó a Ting Chang para investigar la cuestión.
“Tú has tomado prestada la vaca de alguien y debes devolver esa vaca una vez que el trabajo esté terminado. Ahora el dueño ha venido a mi a quejarse. Una vez que devuelvas la vaca, debes pedir disculpas”.
Ting Chang dijo: ¿”Cuando tomé prestada su vaca? ¡Esa es mi vaca!”
El hombre dijo: “¡Eso no es verdad!” Tú tomaste prestada mi vaca. ¿Y ahora no lo admites?
Ting Chang respondió: “¡está mintiendo!” ¿Por qué iría a tomar prestada su vaca?
Lu Gong suspiró y dijo: “No hay razón para discutir. No importa quien dice la verdad. Yo soy el responsable. Es mi culpa por no haber podido hacer de ustedes personas con altos valores morales. Yo creo que es mi culpa”. Acto seguido se quitó su toga oficial y se resignó.
“Por favor no se vaya”, le rogaron sus subordinados con lágrimas en los ojos.
“Por favor no nos deje”, lloraron todos los ciudadanos.
“Por favor no se vaya. Yo le doy mi vaca”, dijo el dueño.
Entonces Ting Chang se sintió avergonzado y dijo: “Cometí un error. El diablo me hizo hacerlo. Le devolveré la vaca, por favor castígueme por el crímen.” Al final Ting Chang admitió lo que hizo mal Lu Gong le pidió que devolviera la vaca y no lo castigó. Todos los ciudadanos quedaron conmovidos por la forma en que Lu Gong manejó la situación.
En otra ocasión las lagostas invadieron todos los condados con excepción de Zhong Mou. El ministro Yuan An de la provincia de Henan escuchó acerca de esto y no podía creerlo, entonces mandó a su oficial Fei Qin a investigar. Una vez que él llegó, Lu Gong lo acompañó a los campos. Fei Qin se sentó debajo de un árbol de morera y vio un faisán que cayó del cielo y a un niño que jugaba en el lugar.
“¿Por qué no capturas al pájaro?”, le preguntó Fei Qin al niño.
“Está incubando a sus bebés faisanes y por eso me dio pena”, el niño le contestó.
Fei Qin se levantó de inmediato y fue a dar su informe a Yuan An.
“Hay tres cosas muy diferentes en el condado de Zhong Mou. La primera es que las langostas no lo invaden. Segundo es que hasta los pájaros y animales están impregnados de compasión. Tercero, hasta un pequeño tiene benevolencia en su corazón. Si me hubiera quedado un poco más de tiempo, hubiera perturbado la bondad que prima en ese condado.”
El ministro Yuan An reportó de lo bueno que era Lu Gong para la corte imperial.
Luego que Lu gong terminó su mandato en el condado de Zhong Mou, fue transferido a la corte imperial debido a su excelente trabajo y fue promovido a primer ministro.
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